viernes, 31 de diciembre de 2010

2010.ZIP

Qué raro que es esto del tiempo, pensé mientras el sueño me aquejaba por el llamado Jet Lag... pasé 24 horas sin dormir... otras 4 de descanso deplorable, y otras 20 más en una dudosa vigilia, hasta que agarré la cama y no me desperté por una docena de horas... "Qué raro", pensé... e imaginé a todas las personas de éste mundo, en los diversos usos horarios, apagando sus despertadores por turnos, haciendo sus cafés por turnos, almorzando por turnos... todo... mientras ésta bendita tierra da sus vueltas y nos va haciendo vivir nuestras horas... "el tiempo es algo social", pensé luego... si no fuese algo social, no estaría sufriendo el Jet Lag, y estaría feliz almorzando a las 10 de la mañana, y yendome a dormir a las 8 de la noche, y cada uno, en su lugar del mundo haría lo mismo, haría lo que se le da la gana... Pero es algo social, y desde que nacimos aprendimos a medir todo en tiempos: Cuánto nos falta en el aeropuerto para llegar de una terminal a otra, cuánto para comer, cuánto de dormir, las horas de escuela, de trabajo, los días de vacaciones... Y así, midiendo, midiendo, llegamos al final de éste 2010... y así como llegamos al final, los balances también son inevitables, y al final de todo, acá estoy, haciendo mi balance, pensando en todo, todo lo que crecí desde aquel día en que me comí las doce uvas, lejos, muy lejos de mi casa, y brindé con esa pequeña repesentación de familia, y empezó un nuevo punto de partida, un nuevo primero de enero...

Fue un año que me resultó, corto, como zipeado... Creo que al final, los seres humanos vivimos como parte de nuestro tiempo aquellos días en los cuales nos vemos envueltos en nuestra cotidianeidad... y mi cotidieneidad, mi casa, éste año fue de 9 meses... el resto fueron de otra cotidianeidad, tan, pero tan distinta, que se vive cuasi como una realidad aparte. Los meses del otro lado del "charco" fueron eso, una cotidianeidad aparte, y aún me cuesta creer que también fueron parte de éste año. Mi cotidianeidad porteña transcurrió entre la mayor parte de mis seres queridos, con altibajos, como todos, pero siempre caminando para adelante. Pasó mucha agua abajo del puente. Los planes salieron bien, no me puedo quejar, siguió la facu, siguió el idioma (y la enorme amistad que se afianzó con todo ese club "tano", sin duda, la mejor manera de aprender un idioma, es hacerlo entre amigos)... Claro que hubo día difíciles, de esos en los cuales no sabés si quedarte y hacer frente, o si salir corriendo... Creo que nunca me caractericé por ser cobarde (o al menos, con el tiempo, aprendí a no serlo, a hacerle frente a todas las situaciones que se me pusieran por delante, a mi manera, bien, mal, más o menos, probablemente, demasiado probablemente, a lo bestia...) Y así, como dice mi amigo Blades "Pa lante y con fé", y con la compañía incondicional de familia y amigos (Esos dos puntales fundamentales), descubrí que sí se puede, que siempre se puede... Que no importa la tristeza que te pueda aquejar, la bronca por ver que las cosas no se enderezan de una buena vez, esa furia que te agarra cuando ves que alguien que amás profundamente no para de lastimarse, a pesar de esas semanas en las cuáles no sabés qué va a pasar, si todo va a salir bien... Siempre hay que seguir, que sí se puede, siempre se puede... Y sobre todo, ésta premisa fue la que aprendí allá, en mi otra cotidianeidad, en aquella lontana, a 10 mil km de distancia... Como dice otro amigo mío (si, es que hay ciertos personajes que admiro, y que por más que no los conozca, para mi son mis amigos), don Italo Calvino, "la forma de las cosas se distingue mejor en la lontananza", y cuando estás lejos, allá, en una Isla en medio del Atlántico, y de golpe sabés que uno de tus mayores miedos se hace realidad, entonces, ahí pensás que no se puede, que a ésto no se sobrevive, sentís morir, te arrepentís de haberte alejado. Pero también en esos momentos te endurecés, y madurás... Porque ante esa tremenda caída al vacío, también sentís que viene una mano que te agarra fuerte, que no te deja caer, que te sostiene... Tal vez son abrazos lejanos, palabras que cruzan los mares, palabras que son duras, pero que son necesarias, y que siempre, siempre vienen acompañadas de un abrazo enorme, de una voz, de un sonido que te acompaña... y se sigue, siempre se sigue, se sobrevive, y uno entiende que está haciendo lo que tenía que hacer, que está creciendo, que está volando... Que está aprendiendo a andar solo por la vida, como una persona independiente, más allá del macote que puede representar la familia (y del que estoy totalmente orgullosa, pero tuve que aprender que soy dos cosas, parte de un macote, de ese hermoso macote que somos los Terrizzano, pero que también llevo un nombre, un alma individual, un María Victoria, y era esa persona la que tenía que despegar), y el principio de éste año que se va sirvió para eso... era una persona andando sola por el mundo, caminando las calles de Roma, de Venecia, tomando trenes, barcos... Y parece una boludez, pero creo que fue mi mayor logro de éste año...

Qué mas puedo decir? Gracias, simplemente:

-A aquellas personas que conocí a lo largo de todo éste año, que fueron muchas, muchísimas, de muchas nacionalidades, y con vidas, y gustos muy distintos. Tantos, tantos amigos nuevos me trajo éste 2010! y tan feliz estoy de eso!!

-A aquellas personas que estuvieron a mi lado (a la distancia) aquellos fatídicos días del mes de enero... Por cachetearme, y luego abrazarme...

-A aquellas personas que estuvieron conmigo aquellos fatídicos días del mes de abril (cada uno sabe).

-A mi familia, ese enorme macote que son mi todo, y sobre todo, gran parte de mi constitución.

-A mis amigos de toda, toda una vida, por estar siempre, incondicionalmente.

-A todos, todos los que pasen por acá, y siempre están pensando en cómo hacer de éste mundo, algo aunque sea un poquito mejor.

Para todo, feliz 2011... Y vamos por más, vamos a seguir creciendo!!