domingo, 29 de mayo de 2011

Insomne

Mezcla de cosas que no me dejan dormir... Cicatrices de momentos fuertes, vividos hace apenas horas, demasiado frescos, cercanos, reflexivos...
Ésta es la calle? Qué arbolada... que finita... si parecía una avenida... claro, tampoco estaban todos estos autos estacionados... La convocatoria es mucha, y no es feliz... La lluvia dejó paso a un tímido sol de mayo, suficiente como para que los autoconvocados vayan, también, copando el jardín, aunque la humedad del bajo aún se te suba por los pies... El jardín... si la pared del fondo parecía que estaba allá, tan lejos... y ese jardín era una eternidad por la que uno corría hasta llegar hacia allí... y uno picaba ahí cuando jugaba a las escondidas, ahí, en en la columna, al lado del portón de entrada, si el juego se extendía hacia los dominios de la calle... Y el rinconcito donde siempre había un pedazo de carne asándose... Y el sauce, tan grande, y la rosa china, con sus flores rojas... cómo? estaba ahí? mis recuerdos me la ubican dos metros más a la izquierda... y los recuerdos de los "taco de reina", con sus flores naranjas, y todo ello exquisitamente adornado por lo que sus manos sabían moldear, sabían hacer... y la casa, tan hermosa como siempre, tan hermosa como la recordaba... Los recuerdos felices se mezclan con el presente sumido en la inmensa tristeza. Y en ese contexto, montones de caras queridas que van apareciendo, y los mates que empiezan a correr, en desordenadas y cambiantes rondas, y los discos de Zitarrosa que suenan, y las caras largas, y la tristeza por lo que de ninguna manera podemos llegar a comprender... Y el dolor, el enorme dolor de ver, y sentir el sufrimiento... Algo muy duro, un puñal muy frío que se te clava dentro del corazón. Un dolor que viene desde el amor, el amor por esa gente que no soporto ver sufrir así, sufrir por ese amor al que se va y ya no vuelve... Esa despedida llena de orgullo, por ver que ese hombre que cruza el umbral de su casa por última vez, es un ser inmensamente querido, y ese orgullo enorme, se mezcla con el amor, con el dolor, con la impotencia, con las frases trilladas, porque realmente no hay otras, y no sabes cómo hacer para aplacar ese dolor, y no encontrás manera, y sabés que lo único que podés hacer es acompañar, y abrazar fuerte... y el alma se quiebra en dos, y sólo me sale temblar, ahogarme, llorar desesperadamente, porque lo que asoma por sobre todo es el dolor, es el puñal, es el no soportar el sufrimiento de quienes amás... Tremenda mezcla, tremendo cóctel que invita a pensar... ¿Qué pasa si ese nexo que nos une desaparece? ¿Seguiríamos frecuentándonos? ¿Cómo hacer para que ésto que tenemos no se muera? Seguramente la reflexión mas exacta sea la de mi tía Andrea: No hace falta verse seguido para quererse, y mientras nos queramos, mientras nos sintamos orgullosos de ésto que tenemos, mientras mantengamos generación tras generación éste amor que nos tenemos, entonces seremos inmortales. Como el tío Rodo que hoy nos deja físicamente, pero que está siempre presente en nuestra sonrisa, y en nuestra sangre.