domingo, 14 de agosto de 2011

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En qué momento se confunde lo real de aquello que no lo es? Cómo se traducen en palabras estas ganas de cagarte a piñas para ver si volvés? Cómo se saca uno de encima la sensanción de haber sido usado, y tirado? De quiénes te rodeás? Son tan distintos a mí? Tienen sentido las lágrimas que me corren por la cara? Sin en definitiva, qué es lo que estoy perdiendo? Nada, ya no es nada... Porque termino odiando esas súbitas ganas que me vienen de repente, ganas de buscarte, de aún escarbar en las profundidades de lo que existía, o al menos creía que existía, a ver si queda algún resto, alguna señal de vos... Las odio, porque sólo confirmo que no, que sos sólo un espejismo de lo que fuiste. Una imagen que está ahí, una superficie vacía del contenido que era. Cómo se traduce este llanto en bronca? Bronca porque no te merecés ésto, porque te entregué mi amistad de la forma más pura que se puede entregar, y hoy te importa un carajo, te da igual, perdiste tu raíz, te volaste, te rodeaste de lamesuelas, sólo buscás inflar tu ego. No tiene sentido buscarte... ya no. Buena suerte, buena vida...

viernes, 12 de agosto de 2011

La historia de por qué corre el aire por la cocina

Las papas rojas son ideales para hacer papas fritas. Al menos eso cuenta mi "tío" Hugo, encargado de ir al mercado los viernes, y comprar verduras para casa. Claro que me enteré luego de haber agarrado algunas y haberlas convertido en un riquísimo puré... puré que, mientras papá engullía gustoso, me contaba que las papas rojas son ideales para hacer papas fritas... Todo ésto despertó la curiosidad de mamá, que al parecer nunca había visto una papa roja. "Son rojas, chiquitas, un poco más duras", "eso es una batata", replicaba mamá, "no, no es una batata, son papas, tienen gusto a papas, pero más sabrosas". Agustina se levantó, fue a la cocina y extrajo del canasto que está justo delante de la ventana un ejemplar (dicho sea de paso, el más grande y pinchudo que encontró) y lo trajo a la mesa "ves? es una papa, y es roja". Fin de la conversación. Fin de la cena. La papa debía volver a su lugar, (el canasto, con las otras papas, zapallitos y cebollas, delante de la ventana de la cocina). Y es ahí, cuando Agustina, haciendo gala de su habilidad de basketbolista frustrada, arroja la papa hacia el canasto de las verduras...
Ruido a vidrio... la papa que entró al canasto, pero en su trayectoria pegó contra el borde del canasto, para recalar en el vidrio de la ventana que, por alguna incomprensible triquiñuela del destino, cae en partes roto a pedazos... Papá que dice "y pensar que compré esa ventana porque venía con los vidrios puestos"... Tan linda, con su parte superior curva...
El aire corre libre por la cocina... No encuentra barrera, sigue de largo por la hoja de la ventana que carece de vidrio... Afortunadamente el invierno da tregua, nos da la chance de que el señor vidriero reproduzca la curva, esa que forma el arco superior de nuestra particular ventana de la cocina.