sábado, 7 de noviembre de 2015

Origen



-Qué bueno que me saques a pasear un rato- Me dijo el barómetro… 
-Sabés hace cuánto que no salgo de Caballito yo?-
Hace poco descubrí su origen. Origen. Una de esas palabras que se me vinieron a la mente al pensarlo. 

“Droguería de la estrella”, reza una pequeña leyenda, y la semana pasada descubrí que aún existe, ahora con el nombre de “Farmacia de la estrella”, que es una de las más antiguas de la ciudad, y que está en pleno centro, a metros de la plaza de mayo. 

Decidimos pasear un poco por San Telmo. Sábado, nueve de la mañana. Algunos turistas que se levantan temprano para aprovechar el día, y yo, mezclados con todas esas actividades que se hacen en horarios en que en la calle no hay nadie… La calle Defensa vacía de gente, de manteros, de vendedores… Solamente algún camión de carga y descarga, los barrenderos… 

Y en el mercado? Algún otro loco que se levantó temprano y se toma un café solo. Los anticuarios aún cerrados  y el mercado vacío nos develan el alma de las cosas, del mercado, donde la vida comienza por los puestos de frutas y verduras, las carnicerías, los pequeños cafés, negocios reales del mercado, antes que los puestos  para el turismo invadan todo.

-Yo nací acá- Me dice el barómetro cuando llegamos a la puerta de “La estrella”. Lástima que la encontramos cerrada. Pero al menos pudimos caminar juntos su barrio de origen, y mientras, él  me contó su historia:
-Nací acá. Pero viví toda mi vida en el barrio de Caballito.
Seguro tu papá te contó. Yo vivía en un palacio. Palacio Carú se llamaba. Cuando todo el barrio aún era campo, y los palacetes estaban en las “afueras” de la ciudad. Todo de mármol era el palacio. Y hacía un frio!! No te imaginás!! El mercurio de mi termómetro siempre estaba por el suelo!!  Tu tía Dora vivió un tiempo ahí, cuando tuvo que venirse del pueblo a estudiar al internado. Los fines de semana los pasaba conmigo, en el palacio. Y tu papá venía también cada tanto de visita a ver a sus tíos. Todavía lo recuerdo. Un chiquito inquieto, menudo, alegre, siempre curioso… Si hasta se fabricaba su propia pólvora… No me extraña que después se haya convertido en químico…
Y al final me mudé con él cuando tiraron abajo el palacio. Ahora ahí hay un edificio, de esos cuadrados y feos. Viste cómo hacen las cosas hoy, ya no son como antes. Como yo… Todo lleno de curvas y firuletes.
Llevo más de 40 años viviendo en la calle Bertres. Testigo de todo. Te vi crecer a vos, a tus hermanos, y ahora a tus sobrinos. Los vi comer fideos innumerable cantidad de veces, y los vi llorar de risa, y de tristeza. Debo reconocer que me divierto bastante viéndolos pasar. Ese espíritu de casa abierta a quien la quiera visitar hace de mi hogar algo muy especial. Y el desfile de personajes nunca termina. Ahora  veo crecer a los nietos. Siempre hay alguno que pasa, que se queda a dormir-

Ambos nos quedamos un instante callados, hasta que yo entonces le digo:
-Vos lo extrañás? Yo sí, mucho…

-No sabés cómo- Me dice
–La casa está triste sin él, aunque a veces me parece percibirlo, siento sus pasos pausados crujiendo en el piso de madera. Seguramente nos estará cuidando. Después de todo, nosotros, todo lo que esta casa encierra, somos él, no te olvides de eso-
Se me caen unas lágrimas mientras lo pienso.
Seguimos camino rumbo a la plaza de mayo. Subte A. Nos volvemos ambos para Caballito, de donde somos…