martes, 25 de marzo de 2008

El otrito

Respecto a la venida de Bob Dylan

(por León Gieco)

Es como un viento que viene a arrasar mi sur.
Me felicito por haber encontrado esta estrella entre tantas, es igual a todas, y diferente a sí misma… hace de esto, ya varias noches.
Las ansias son tan grandes que él desea ser cinco, seis o diez de si mismo, pero la naturaleza y la vida son perfectos, nos hace uno y nos comportamos como cien.

Sangre aquí, sangre allá, sangre en las cintas de los sonidos. De todas las banderas, la de la libertad es la que nunca se rinde. Aunque haya peligros que acechan, totalitarios, duros, embaucadores o fascistas, la libertad siempre está donde ellos no miran, por ejemplo, bajo las hojas secas.
Es alguien que viene a tocar mi tranquilidad, a educarme, me saca la pereza, me da un shot de amor, de desconcierto, de lectura fina, delirante y libre.
Un viento que dura poco, como las buenas cosas y, como las canciones nunca se fueron o siempre se quedaron es como recibir un derrame de mil de ellas en una sola noche.

Esta vez, no me encerré solo conmigo, sino también con él y, monologando un día le pregunté… qué de la parquedad, cómo es estar en la coraza de hierro de los hermanos Kelly, y por qué las canciones largas? Y algunas armónicas desafinadas?, de dónde tantas palabras para casi decirlo todo? Y a veces nada?
Él me miró serio y antes de abrir la puerta para irse me dijo: “a quién le hablás?, no tenés a nadie en frente, yo no soy.”

Sin escucharlo le sigo preguntando, quién se queda navegando en el lomo de tus canciones?
Sabrás que nada ha cambiado –Lo desafío.
Por qué tu falso reloj marca el tiempo?
Y cómo es el fondo del pozo de los deseos?
Y por qué los años pasan las puertas?
Y por qué conocés todo lo que digo mejor que yo?
Y la sala con hombres con martillos ensangrentados, los verás aquí también en Argentina?
Yéndose, me miró ignorándome –es la primera vez que me miran así- y contestó: “no ves que no me veo?, por lo tanto no me ves. No sé a quién le estás hablando”.

Levanto un poco el tono de voz, y le digo. Escuchame!! Estaré alguna vez en los puntos suspensivos de tu biografía?, porque hace más de 37 años que estás cantando en mi living con tu pasado tan actual.
Aunque el mundo no puede tener la razón al mismo tiempo, por qué la línea está trazada y la maldición echada?
Por qué hay tantos que sólo son un peón de su juego?
Y dónde están los diamantes del más profundo océano?
Puedo yo también mirar fijamente el flamear de las campanas de la libertad?
Podré escuchar las risas tras las puertas del edén?
Por qué cada uno desea lo que el otro tiene?
Yo con mis canciones, estaré anunciando la derrota o la victoria?

Como él no me contestaba, le digo fuertemente:
A mi tampoco ninguna respuesta me satisface.
Yo también sé que los ojos de los hijos se ven enloquecidos.
A mi también la alfombra se me mueve debajo de mis pies.
Yo tampoco puedo comprar una ilusión.
También sé de la venta de postales del ahorcamiento.
También ayudo a los demás y dejo que los demás me ayuden,
Y trato de que mi canción sea siempre cantada con fundamentos morales firmes para tratar de mantenerme por siempre joven.

Él- con un pie ya afuera porque no me soportaba más- me dice con fuego en los ojos: “No sé a quién le hablás, soy el otro”.

Antes de cerrar la puerta y dejarme monologando, le grito: Yo también tengo otro que va delante de mí y vos detrás gozando o reparando. Tengo testigos. Es más, quizás él te lo esté preguntando. No entendés que a mí me pasa lo mismo que a vooosssss!!!!

-Se escuchó como un eco el grito que pegué-.

Tomé aire y sin perder un segundo de tiempo, más amistoso por las dudas le digo: Todo lo mismo que te pasa a vos, sólo que más chiquito.

No lo ví más; -como siempre. Pero escuché tras la puerta cerrada, un último gruñido que dijo “…Entonces, hasta la vista otrito”.

Éste texto, me lo trajo mi hermana Carla. Se lo dieron en el show de Bob Dylan en Velez. Seguramente a mis amigos giequeros les gustará.

No hay comentarios: