domingo, 27 de junio de 2010

Reflexiones desveladas

Hace algunos años atrás, nos planteábamos con un querido amigo, si la vida no sería mas fácil si ésta tuviese un manual de instrucciones. Algo... un simple instructivo que nos pueda decir cómo hacer para llevarla bien, sin tener que sufrir innecesariamente, sin tener que equivocarnos, y hacer sufrir a otros innecesariamente. Lo pensamos, y luego decidimos que definitivamente, seríamos como personas sin alma, como robots... o tal vez como aquella gente de un libro de Huxley, "Un mundo feliz", cuya vida está condicionada para que cada uno crea que lo que le tocó ser en ésta vida es lo mejor que le podría pasar... y así, cada uno se conforma con lo que le toca, cada uno es "feliz", con eso que le toca... ¿Y la libertad? La más simple libertad de poder llorar, de poder gritar, de poder sentir, de enamorarse, de que te rompan el corazón? Creo que prefiero mil veces eso... equivocarme, sufrir, pero libre, siempre libre... y es así que hoy no me arrepiento de nada. No me arrepiento ni de los viajes, de no haber estado en aquellos momentos que debería (porque de eso también aprendí), no me arrepiento de haber abrazado a quien sentía abrazar... no me arrepiento de mis silencios, de mi falta de respuesta, porque cada uno de los que me conoce ya sabe cómo soy, y que muchas veces el no decir TE QUIERO no quiere decir que no lo quiera, porque uno demuestra su amor hacia los demás con acciones, más que con palabras, no me arrepiento de ser buena persona (o al menos de creer ser una buena persona, es difícil juzgarse a uno mismo en ésta materia), y haberme dejado pisar a veces por no crear problemas, como tampoco me arrepiento de haber creado problemas por no dejarme pisar. No me arrepientos de los besos, no me arrepiento de decir las cosas, y tampoco me arrepiento de no decirlas... no me arrepiento de haber herido (porque de eso el otro aprendió, y yo también), y tampoco de que lo hayan hecho conmigo, de haber llorado tanto, tanto por amor... de no haber llorado tanto por amor, de no haberte dado otro beso, de que me hayan roto el corazón, de no haberle dicho nunca que lo quería, de haberle dicho que lo quería, cuando sabía que del otro lado no era así... De haberle gritado a quien no debería gritarle, de haber llorado de arrepentimiento... no me arrepiento de haber aprendido a vivir a los golpes, a lágrima suelta, porque así se crece, es la única manera, no tenemos un manual de instrucciones...

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