domingo, 25 de octubre de 2015

Árbol de navidad


 Enarboladas...


 Y arriba, la luna...

La primer navidad de mis padres en Bertres tuvo el cedro como representante de la celebración. Luego se eligió un rincón del jardín para plantarlo, y allí creció y llegó a convertirse en el árbol mas alto de la manzana hasta que la tormenta del 4 de abril del 2012 lo dejó trunco y desfigurado. Pensamos que ese era el fin, lloramos como locos a nuestro árbol, y sin embargo encontró el modo de sobrevivir, sacó ramas alocadas hacia un costado y ahí estuvo...
Estos días son de esos que todo me cuesta el triple. Que si fuese por mí no saldría de la cama.
Observé con preocupación que los plantines de tomate me necesitaban. O más bien que necesitaban un transplante urgente. Puse manos a la obra, sobreponiéndome a la voluntad de no querer hacer nada.
Subí las macetas a la terraza. Es ahí que los tomates van a gozar plenamente del sol. Observé el cedro, sus ramas sobrevivientes, y me lo encontré enarbolado por otra planta, enredada en sus ramas, adornándolo con flores, pimpollos y frutos. El Maracuyá creció por entre las espinas, y me regaló un árbol de navidad anticipado. Como ese primer árbol del año 71. Como los incontables árboles que hicimos cuando con papá nos tomábamos prestada una rama del enorme cedro para adornarla. Tal vez sea un homenaje a ese hombre, no lo sé... Flores para él... Flores, y encima, la luna de testigo... Y en la luna, Él...

De qué hablo cuando hablo de magia? Hablo de ésto...

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